Durante 6 años un grupo de científicos de ambas universidades han controlado a un grupo de 23.000 personas el cual comprendía a unas 14.000 mujeres y unos 9.000 hombres de entre 20 y 86 años. Entre aquellos que dormían una siesta ocasional el riesgo de infarto ser reducía en un 34% mientras que en aquellos que dormían durante 30min al menos tres veces a la semana el riesgo disminuía en un 37%. El gran cambio se daba en aquellos que tenían un trabajo, aquellos que teniendo un trabajo y se podían permitir una siesta de 30 minutos al menos tres veces a la semana el riesgo de infarto se reducía en un 64%.
Un importante factor es el que las personas controladas son latinas y esto podría favorecer la siesta debido a la dieta mediterránea.
El estudio fu publicado por Dimitrios Trichopoulos
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