Breve historia del Islam VIII

HISTORIA DE AL-ANDALUS


1.Los árabes llegan a la península.
711-756


El primero en dar forma al sueño del gran imperio musulmán fue Mahoma, en un principio uniendo a los pueblos de la península árabe y poco a poco arabizando e islamizando diferentes zonas de Asia. Con el paso de los siglos, sus sucesores y seguidores se encargaron de engrandecer ese imperio y hacerlo tan extenso que sus dominios ocuparon muchos territorios de Asia, África y Europa.

Fueron los miembros de la familia Omeya quienes dieron un gran impulso a ese sueño. Los mandatarios de esta dinastía recibían el nombre de califas y tenían su residencia en Damasco, la capital más antigua del mundo. Entre muchos otros, conquistaron territorios del norte de África y del sur de Europa. Fue precisamente bajo su gobierno cuando el pueblo árabe entró por primera vez en la península ibérica.












Esos primeros árabes que llegaron a la peninsula se encontraron con que ésta estaba habitada por un pueblo que venía del centro de Europa, y que había invadido el territorio gracias a que el poder romano se había debilitado en demasía. Este pueblo era el Visigodo, de origen germano, cristiano y que había elegido Toledo como capital del reino.

Junto a los visigodos, convivían un gran numero de judíos que Vivian sometidos a las medidas restrictivas de los primeros. Los judíos recibieron con agrado la llegada de los árabes e incluso ayudaron a estos a conquistar la península. Por su parte y a modo de agradecimiento, los jefes musulmanes fueron dejando en manos de dirigentes judíos las plazas que iban conquistando. Una vez establecido el poder musulmán en al-Andalus, los judíos pudieron conservar su religión y además se adaptaron muy bien al idioma y a las costumbres árabes, tanto que desempeñaron importantes cargos en política, economía y cultura.

Los Visigodos dieron al país épocas de esplendor. Pero las injusticias que cometieron sus reyes con la población y las frecuentes luchas que mantuvieron sus nobles por hacerse con el poder, motivaron el descontento de sus habitantes y con ello el debilitamiento del reino.
Así, los últimos años del poder visigodo en la península se caracterizaron por los constantes enfrentamientos entre los partidarios del general D. Rodrigo y los de Ágila, el hijo del rey Witiza. Cuando este ultimo murió, D. Rodrigo se hizo proclamar monarca haciendo huir a Ágila.

Mientras esto ocurría en la península, los árabes ya se habían apoderado del norte de África. Éstos comenzaron a tener noticias que hablaban de la tierra tan rica y fértil que había al otro lado del mar. Solo tenían que cruzarlo para llegar a esa tierra tan famosa que ellos comenzaban a conocer como al-Andalus (الأندلس). Y quizás, estos rumores sobre la península fueron los que animaron a los musulmanes a enviar las primeras expediciones.


El gobernador del norte de África era entonces Musa Ibn Nusayr, un destacado personaje que controlaba la región en nombre del califa de Damasco. Al igual que otros gobernadores anteriores, Musa, (al que conocemos por Muza), tuvo que enfrentarse antes a las gentes que habitaban el norte africano, los Beréberes.
Este pueblo fue convirtiéndose poco a poco a la religión musulmana y sus hombres acabaron enrolándose y siendo una parte importante de los ejércitos árabes. Precisamente, muchos de estos beréberes fueron quienes tomaron parte en las primeras expediciones dirigidas contra la península.

Musa encargó a un pequeño grupo de hombres dirigidos por Tarif la misión de explorar las costas de Al-Andalus. Por cierto, la localidad de Tarifa debe su nombre a este personaje. Tras el éxito de esta primera incursión de Tarif, otro destacado militar, Tariq, embarcó hacia la península al mando de varios miles de beréberes. Fue desde Gibraltar, nombre que significa “monte de Tariq” (جبل طارق), de donde partieron las primeras expediciones hacia el norte de al-Andalus.

En el rió Barbate, los hombres del rey D. Rodrigo fueron derrotados por las tropas de Tariq. A partir de ahí las victorias militares de éste se fueron sucediendo una tras otra, conquistando algunas ciudades cuyo gobierno iba dejando en manos de los habitantes que las poblaban hasta ese momento. Finalmente llego a Toledo, a la que conquistó con facilidad porque gran parte de su población había huído.

A Musa le llegaron las noticias de esas victorias . Y Decidido a protagonizar la gloria que venía alcanzando Tariq en al-Andalus, se puso a la cabeza de un gran contingente de hombres que penetraron en la península y llegaron hasta Toledo. Desde allí, Musa y Tariq unieron sus ejércitos y avanzaron hasta el sur de Francia. Este avance tuvo que detenerse porque tanto Musa como Tariq fueron requeridos en Damasco por el califa. Los nuevos territorios conquistados quedaron entonces bajo mando de un hijo de Musa, y con el nombre de al-Andalus pasaron a formar una provincia más del califato Omeya de Damasco.

El hijo de Musa gobernó durante dos años desde Sevilla, llevando a cabo nuevas conquistas hasta que fue asesinado. Tras su muerte, al-Andalus vivió un periodo de 40 años durante los cuales fueron sucediéndose muchos gobernadores. Fue en este periodo cuando los ejércitos árabes, muy alejados de sus territorios, sufrieron un gran revés. Ocurrió durante la conocida batalla de Poitiers, en la región central de Francia. También en este momento, al-Andalus vivió numerosos enfrentamientos entre militares musulmanes que querían hacerse con el poder, así como algunas batallas contra los cristianos, quienes habían cedido territorio y se habían hecho muy fuertes en el norte, en Asturias, bajo el mando de un conde visigodo, Pelayo, quien venció a las tropas mahometanas en la célebre batalla de Covadonga.

Pero no solo pasaba esto aquí. En oriente también había conflictos. Debido a las crisis económicas, sociales y políticas, cundía el descontento entre la población de Damasco. Y el califa omeya que entonces gobernaba en la ciudad fue asesinado y destronado por otra poderosa familia, la de los Abbasíes. Esta dinastía trasladó la capital del imperio a Bagdad, matando a todos los omeyas para evitar que pudieran volver al trono algún día.

La matanza fue cruenta, sin embargo, no todos murieron. Algunos omeyas lograron escapar y sobrevivir, entre ellos un joven príncipe que tuvo que huir de oriente pasando por todos los territorios conquistados por su familia hasta llegar a al-Andalus, donde con él y sus descendientes perduraría el esplendor de los omeyas durante varios siglos más.